jueves, 21 de noviembre de 2013

Jueves, 21 de noviembre del 2013

Hola.

No quisiera saber que se me ha añorado, porque esta es mi carta de despedida.

Antes de irme, me hubiera gustado presentar a un par de personas... Siento no mencionarte más que en una frase, Walt, pero ya te dije que este blog no tenía más futuro.

No, no se han acabado mis problemas. Cuanto más avanzo en el día a día, más envuelta en embrollos estoy. Eso me recuerda a todos los "ya verás que, con el tiempo, todo mejora". No se cumple nunca. Cada día que vivo es más difícil que el anterior.

No creáis que ante esta visión pesimista voy a suicidarme o algo... No. Pero a estas alturas, ya sabéis cómo soy.

No sé cómo seré en unos años. Quizás un día me acuerde de este blog y decida hacer un monográfico sobre cómo han cambiado las cosas, porque llevo dos años escribiendo aquí y... Mi vida no es la misma, para nada. Si ya era irónica y terca al principio, con los meses se ha agraviado. Sigo siendo "yo", pero distinta.

Lo que yo venía a contar es que me marcho. No quisiera dejar de escribir de sopetón, así que este es mi "adiós".

Dejo de publicar porque no me apetece que la gente sepa tanto sobre mí. Tengo muchas cosas que contar, pero no quiero que nadie se compadezca ni se interese, mucho menos cuando se trata de gente que nunca ha movido un dedo por mí. Así pues, me retiro por mi propia intimidad.

Y porque me siento un poco desnuda y vulnerable.

Creo que voy a echar de menos escribir todas estas peripecias de mi vida con la esperanza de que alguien lo lea y piense "me ha pasado", o "lo entiendo" o, todavía mejor, "lo entiende".

Pero sí, lo dejo.

Así pues, y no sin cierto peso en mi alma, me voy ya.

Un abrazo enorme y mil gracias por leerme.

Adiós,

La Mala